El último viaje de su hermano, del cuál no regresará jamás, robaba la tranquilidad a Pedro. Se preguntaba a diario, ¿tendré yo tan cruel destino? Y… lo que es peor, ¿Lo tendrá mi hijo?

Un buen día, con un afán profundo de alejar esas dos preguntas de su sesera, decidió escuchar el sonido de la vida. Estaba sentado en un parque cuando un viento ligero, quizás enviado desde el cielo, hizo a Pedro caer en la cuenta de las diferentes respuestas ante las cosas de cada individuo, algo tan natural como olvidado. Unos rápido se pusieron sus jerséis, otros agradecieron el fresquito del viento amigo, y otros ni siquiera sintieron su presencia. Siguieron así, sin inmutarse, con su manga corta, marga larga, doble manga…

viento
  • Facebook
  • Twitter
  • LinkedIn

El asunto tenía miga. Ni a la temperatura respondemos de la misma manera. Miró al cielo con mirada de querer saber y las nubes se retorcieron para formar algo parecido a una cadena de ADN. La mística visión mostraba la solución: la ciencia avanzada.

Padre e hijo dieron con sus pies en la consulta de un prestigioso genetista. Antes de cruzar la puerta, que los llevaría a la medicina del futuro, leyeron la frase que estaba escrita sobre ella:

“Somos como somos, y eso no lo podemos cambiar, pero nuestra salud depende de sabernos adelantar”.

La medicina personalizada cambió sus destinos. El encuentro con su hermano se hará esperar.

A. G. De Cos